25 agosto 2006

I.I. - Página 186

“Parado en la cabecera del cajón,
se olvidó de su discapacidad oratoria.
La otra gente nunca estuvo
y él habló siempre solo, siempre en ese momento.
Ella estaba pálida, lógico.
Y él, él tampoco estaba.

Pongámosle que en la cámara mortuoria
sólo existió este eco:
«...Fue hecha para mí,
y me convenció de la inversa.
Ahora estoy hecho para nada.
...Ustedes presencian
la extinción de un planeta
de un sistema solar...».

Y pongámosle que se me ocurre darte un consejo, lector
«Nunca te enamores de una asmática.
Se va a morir antes que vos...
Y no querrás sentir el peso de una galaxia callada,
¿no?»..."
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