02 octubre 2006

Un títere de carne en la mano de la idea.

Palíndromo 5

Luz a tí nadie renaces
al océano rocoso vivo
so corona eco
la seca nereida nit azul

I.I. - Página 153

“...
- ¿Cinco vidas?. Me estás maldiciendo con un dogma religioso profano de dudosa veracidad.
- Esa fue una buena respuesta. Me obliga a romper mi conjuro. Ciencia, religión y magia tienen como condición natural la correspondencia entre el objeto y el método. De todas maneras, ya me he asegurado un lugar en tu cabeza, y eso durará al menos una vida.
- ¿Y cómo hiciste eso?
- Le obsequié el recuerdo que podría haber tenido, de no estar hablando con vos, al Dios de la Memoria.
...”

Haiku 2

Constelado cunde amoníacos rayos un sol obeso.

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I.I. - Página 14

“... Amarillo laca y marrón mármol.
En esos pasillos de 12 de octubre los vi por primera vez, con esa impunidad que me da el conocer de un rafagazo visual. Siendo yo y mis ojos tan invisibles para ellos como la audiencia de la TV, en la TV. A veces me gusta imaginármelos en blanco y negro.
Ella es de esas que tejen farolas de papel manteca y tienen langostas de origami colgando en el cuarto. De las que comen margaritas y se ufanan de andar descalzas y poder dialogar desde debajo de la cama (abajo del mueble, arriba del piso y acostada en posición de sándwich). Desencasillada en art decó y pelo revuelto ad hoc. De las que abrazan edredones. De las que aman lo rudo.
Él, de los de la logia de los pantalones bombachudos. Estudiante de abogacía. Le gusta levantarse escuchando Animal, Hermética o algún otro grupo necroide con serpientes en el logo, que nada tenga que ver con café con leche y medialunas. Desea una casa blanca minimalista con bulldog o rott-weiler, preferentemente en Italia. Y una mujer con toallón blanco y rulos negros saliendo de la ducha.
Ambos detestan lo estereotipado.
Yo, el que los mira. Nada más.
El segundo choque fue en la esquina, contra los murales mateístas. Me sentí descubierto por un momento, algo así como dos latidos. O quizás uno sólo con prolapso. Pero no. Ella miró en mi dirección, pero no llegó ni a la nuca. Él tenía una llave, no...un llavero, que hacía ruido en la mano. Ella dejó una estela de crema de enjuague. Él sólo de shampoo. ..."
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